viernes, 8 de octubre de 2010

Y hasta aquí

Decía Cat Stevens que el primer corte es el más profundo. Yo podría decir que, más o menos, eso es lo que siento al 'cortar' con éste, mi primer blog. Pero os mentiría si dijera eso... pues lo cierto es que soy "un viejo bloguero". No, no es el primero, ni el segundo,...

No es fácil llevar más de un blog, así que pienso que lo mejor es migrar a mi otra bitácora, http://naveganteonaufrago.blogspot.com/ donde os espero.

Ésta, la de las conversaciones virtuales y otros enredos ha durado un año. Nada más, y nada menos.

El cuento de la cenicienta que no quería comer perdices podría haber sido un estupendo final para esta aventura, pero prefiero dejaros con una canción. Cosas de la beatlemanía que algunos padecemos.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Otra forma de contar un cuento

Érase una vez dos mujeres, Myriam Cameros y Nunila López, que escribieron e ilustraron un cuento llamado "La cenicienta que no quería comer perdices".

Más que analizar la calidad conceptual o estética del mismo, o los motivos de su éxito, me interesa la fórmula que emplearon sus autoras para hacerlo llegar hasta nosotros, su público.


Utilizaron la comunicación viral.

El cuento, en formato PDF, se extendió rápidamente por la Red y fuimos muchos los que lo recibimos no una, sino varias veces.

Puede ser que el éxito pillara a sus autoras desprevenidas. Pero quizás perdieron una gran oportunidad de negocio: El PDF carecía de un enlace a una web donde se pudiera comprar el libro físicamente.

Mi amiga Concha me hizo ver que de haber tenido esa opción les habría comprado una docena para regalar a familiares y amigas.

Hoy ya lo puede hacer, y de hecho creo que lo hizo. Bastaba con acercarse a La Casa del Libro, el Fnac, u otras librerías para adquirirlo en formato libro, editado por Planeta, por sólo 14,50 €.

Es el mercado editorial en su versión clásica lo que se impuso.

Myriam y Nunila tienen ahora su propio blog en http://nunila-myriam.blogspot.com/ y ya conversan en red, y ya enlazan a una tienda por si alguien quiere comprar un ejemplar.

¿Qué hubiera ocurrido de habernos dado esa opción cuando el PDF recorrió los correos electrónicos de tantos y tantos internautas, hace unos meses?